Navidad 2020

Creyentes y no creyentes, forofos del espíritu navideño y agnósticos de este rito, todos nos veremos contagiados, inevitablemente, por el clima emocional y alegre que flotará en estos días, en el ambiente, que siempre acaba ablandando al más reacio. Sin embargo, las inauditas condiciones en que las celebraremos, unidas a la pesadumbre que arrastramos desde marzo, harán que recordemos unas Navidades extrañas, las más raras de nuestras vidas.

La Navidad del 2020 la recordaremos o la olvidaremos, por las condiciones tan particulares en que la viviremos, que la harán diferente a cualquiera de la que tengamos memoria. Sin embargo, esta no es la primera vez que la Pascua experimenta cambios, los primeros belenes se montaron en España en el siglo XIII, los villancicos se sumaron en el siglo XV, las postales empezaron a enviarse a finales del siglo XIX y la costumbre de tomar uvas se originó a raíz de una cosecha abundante de vides que hubo en 1917.  

Si hace un año nos hubieran vaticinado que viviríamos unas Navidades tan extrañas como las de 2020 no lo hubiéramos creído. Era impensable un año como el que hemos atravesado, cargado de infortunios, confinamientos forzados, enfermedad y muerte. No entraba en nuestros cálculos, no entraba en ninguna de nuestras peores previsiones. Y, sin embargo, aquí estamos, a punto de celebrar la Navidad, la más extraña de nuestras vidas.

Hay que entender que nunca antes un factor inmanejable e impredecible atentó contra las tradiciones y también, insistir, en que no se trata de eliminarlas por completo, sino de adaptarlas a las condiciones que hemos vivido este año.

La Navidad es, sin lugar a dudas, una fecha sumamente especial para el mundo entero. Independiente de nuestras creencias y de la visión que tengamos en torno a ella, es un día que logra movilizarnos en distinta medida, reencantándonos con su significado y motivándonos a recrear, para quienes la celebramos, un ambiente lo más festivo y armónico posible en compañía de nuestros seres más queridos y cercanos. Si, este año no podrán ser, “todos”, pero mejor eso que….

Si hay algo que nos caracteriza como seres humanos, sobre todo en estos días, es el hecho de andar a menudo con mucha prisa, sin contar con mucho tiempo para dedicarlo a la organización de una instancia de reunión como es la Navidad. Por eso, porque como van a ser raras y distintas será bueno tomarse tiempo y entender que este año debemos entregarnos a la gratitud, es esencial; es darnos cuenta de todo lo bueno que somos y tenemos en este momento, sin necesidad de nuevos elementos externos.  

«Este año debemos entregarnos a la gratitud, es esencial; es darnos cuenta de todo lo bueno que somos y tenemos en este momento, sin necesidad de nuevos elementos externos».

También a la generosidad. La generosidad es una consecuencia natural de la gratitud. El desafío, en este caso, es sentir que realmente estamos compartiendo algo con un valor más profundo. Comprometernos a sentirnos mejor, a entregar lo mejor de nosotros desde nuestro estado de ánimo, acordarnos de quienes no lo están pasando bien y realizar pequeños gestos de reconciliación con quienes hemos estado distanciados son hechos que, ciertamente, hacen una gran diferencia.

Y por último de la responsabilidad. Tomar responsabilidad por nosotros mismos cobra especial sentido en estas fechas. Apreciar nuestra vida, celebrar por ello y cuidarnos a nosotros mismos, desde la realización de una celebración tranquila y sin riesgos ni excesos, son aspectos esenciales a considerar.

Por todo lo anterior quisiera armar en éstos días un hermoso árbol de Navidad, y, colgar en lugar de regalos los nombres de todos mis amigos. Los de cerca y los de lejos. Lo de siempre y los de ahora.

Los que veo cada día y los que raramente encuentro, Los siempre recordados y los que a veces se me olvidan. Lo constantes y los inconstantes. Los de horas difíciles y los de horas alegres. A los que sin querer herí; y, sin querer me hirieron. Aquéllos a los que conozco profundamente, y aquellos a quienes apenas conozco por sus apariencias.

Los que me deben y a los que debo mucho. Mis amigos humildes y mis amigos importantes. Por eso os nombro a todos, a todos los amigos que pasaron por mi vida. Los que recibís este mensaje y los que no lo recibirán. Un árbol de raíces profundas para que vuestro nombres nunca sean arrancados.

Un árbol que al florecer el año próximo nos traiga ilusión, salud, amor y paz. Ojalá que en Navidad, nos podamos encontrar (y da igual si es virtual) para poder compartir los mejores deseos de esperanza poniendo un poco de felicidad en aquellos que todo lo han perdido….

La Navidad, más allá de la celebración y de los regalos, es una gran oportunidad para conectarnos con nosotros mismos y reflexionar de forma sencilla en torno al verdadero espíritu que encierra esta fecha. Si pudiésemos integrar  estos tres aspectos y ponerlos en práctica, ésta sería, muy probablemente, una fecha mucho más especial y con un significado más amoroso y trascendente. Este es mi deseo y mi regalo para cada uno de ustedes.

FELIZ NAVIDAD!!!!

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